Melena al viento, y no sé si recién descendido de un jet privado (los yernos con amigos es lo que tiene), cuenta la prensa en este domingo intempestuoso que el más irresponsable de los ex presidentes del gobierno de la España contemporánea (y sí, no sólo de la democracia) ha dicho que (copio) "en política no se está para empatar ni para heredar, se está para ganar". Bueno, desde luego que él ha ganado en amigos y en prebendas, tanto como para renunciar de su puesto como consejero nato del Consejo de Estado (rehusando así a su papel institucional en el máximo órgano consultivo de la nación, aunque de manera coherente con su política de meter palos en las ruedas de la relación de su sucesor con su amigo Jorge Caminante Arbusto) para poder embolsarse más tranquilamente las sacas de euros que magnates diversos le transmiten (a él o a Famaztella, S.L., no me queda muy claro) por sus sabios consejos.
Así que el Barón de Coubertin estaba en el error cuando decía que lo importante es participar. Lo apuntamos, y quizá haya que replantearse toda la lucha ante el dópin en el deporte.
Y, de paso, lo mismo tenemos que repensar toda la teoría política y recuperar ideas que parecían desechadas en sociedades civilizadas; claro que igual Jose se siente más joven cuando revive sus lecturas sobre la dialéctica de los puños y las pistolas y asín. O lo mismo es leer a Mío Poa lo que le retrae a tiempos pretéritos. Claro que antes veraneaba en Oropesa.
Cocoliso pensaba que quienes franqueaban el paso de la política como algo que te afecta, y en la que influyes con tu voto, y la política como dedicación personal lo hacían para tratar de mejorar, asín en general, las cosas, no para ganar; no para imponer tu forma de ver las cosas a toda la sociedad, para sacar adelante a toda costa tu programa, si es que tal cosa (1) existe y (2) es tenida en cuenta en lo más mínimo después de pasada la elección para la que se ha adoptado. Que tengo mis (serias) dudas.
Pero va a ser que, como la paloma, se equivocaba.
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Por que no todo sea criticar a Jose, recuerdo ahora que uno de los posts que a Cocoliso se le ocurren a lo largo del día y que nunca encuentran el camino a este blog venía a convenir (como veremos, con matices: no me te asustes, Davicius) lo que le llegó de la intervención del susodicho en un simposio recientemente celebrado en Túnez, donde vino a decir que (copio y pego, esta vez del texto que aparece en el güebo de FAES) "la
civilización es una, con distintas expresiones culturales, con diferentes experiencias históricas, bajo diversas creencias y raíces religiosas. Pero una única civilización".
Es una perogrullada, pero no le falta razón, y a veces las perogrulladas deben ser recordadas: esto es algo que algunos hemos dicho desde hace muchos días, como crítica ya al xenófobo de Huntington (qué miedo su artículo sobre el peligro hispano en Foreign Policy), y porque esas Naciones Unidas que los néocons (pongo el acento porque, como siempre he dicho, néocon es realmente una palabra francesa) quieren desmantelar son el foro donde esa civilización puede poner en claro lo que es, entre otras vías mediante la adopción de resoluciones y tratados internacionales. Por eso, para Cocoliso la Alianza de Civilizaciones no era ni la panacea de unos ni el circo de otros, más ignorantes todavía. Y la intervención de Aznar viene insospechadamente a dar la razón a Zapatero cuando lanzó la idea, salvo en el nombre.
Y aun esto quizá sea simplemente porque Jose no ha tenido la oportunidad de acceder a la nueva redacción del artículo que la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia ha adoptado respecto del término "civilización": en él, junto al sentido de progreso que tenía en la vigésima segunda, y en primer lugar, aparece que civilización es el "[c]onjunto de costumbres, saberes y artes propio de una sociedad humana".
Pues así sí que tiene sentido hablar de distintas civilizaciones sin que ello suponga dar en los morros a todas aquellas que no son la nuestra, intención que algunos "Estados de reciente independencia" adivinaban en el artículo 38-1-c del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, que se refería a los "principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas".
De acuerdo, pues, Jose, pero con matices.
Y siempre que no emplees el término civilización en el mismo sentido que aquél que hizo mutis por el foro recordando a sus paisanos (mejor dicho, haciendo leer a Carnicerito de Málaga) que "no olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta". Que hubiera sido de muy mal gusto, en Túnez.
Ah, y perdón por no poner enlaces, que lo habría hecho profusamente de no estar perezoso en esta fría tarde de domingo.