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conocimiento inútil

Gilipollas sin remedio

Gilipollas sin remedio

Ya he hecho referencia en esta bitacora a Epi, persona y personaje a quien quiero desde hace muchos años, aunque la frecuencia de nuestros encuentros sea manifiestamente mejorable (asumo y pido perdón por la parte que me toca) y a quien no hay que precisar que no va dedicado el título de este artículo. Epi tiene en la suya tan sólo tres enlaces, uno de ellos a otro amigo y uno a uno de esos periódicos digitales que han ido proliferando al calor de las conexiones baratas y los programas de maquetación bajados del emule. El manifiesto, se llama, y es un panfleto al que he concedido una oportunidad porque Epi lo enlaza y porque en él escribe Ignacio Peyró, cuya columna La buena vida en El confidencial digital no deben ustedes perderse, si es que en la vida les importa algo más que con quién se acuesta el Duque de Medina Sidonia o qué grupo ganó Eurovisión en 1981 (nota pedante, y al mismo tiempo hortera: Bucks Fizz). Sus artículos en El manifiesto son mucho más prescindibles, en la humilde opinión de éste que lo es.

Pero me temo que esa oportunidad será la última. No por su ensalzamiento de Mío Poa, a quien cualquier día comprarán un pazo por suscripción popular, sino por su manejo innoble de la lengua de Cervantes, Quevedo, Baroja o Mendoza. Vean el antetítulo y el título, nada más, que tienen ustedes ahí arriba. Los amigos de El Manifiesto parecen haber fichado al sobrino tonto de Jiménez del Oso Panda. Cuando sigan leyendo entenderán de qué se trata, de repescar una entrevista de antes de que se inventaran las puestas de sol, pero el mal ya está hecho.

Cuánto mal, permítanme el desahogo, han hecho a la vieja lengua española - y a las otras, me temo, también - las nuevas tecnologías; los correctores de estilo son hoy una profesión como los pastores de uros o los guarnicioneros de piel de mamut. Y así nos va.

2 comentarios

Cocoliso -

Oh caballero Jedi, cuánta sabiduría encierran tus palabras. Como es habitual. Sin embargo, la canne es débil (y a veces fofa) y mi amor por el subproducto proverbial. Y, por más que he intentado quitarme, vuelvo y vuelvo a caer; afortunadamente, todavía no me he roto nada. De todas formas, viniendo de una autoridad como Ud., me lo tomaré más en serio.

Ah, y nada en este comentario debe ser interpretado como una alusión personal a César Vidal. Digo.

Obi-wan -

Cocoliso, maño, por tu bien, deja de leer confidenciales y libertades digitales, que se te va a secar la sesera.