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conocimiento inútil

bodas

bodas Me parece que todo blog que se precie necesita un tema "bodas". Bueno, voy a aprovechar la ocasión que se me presenta tan gentilmente para poner el primer ladrillito, y ya se verá.

El caso es que el finde pasado, con mi dolor de muelas a cuestas y pretrechado con diversos tipos de paracetamol (solo, con cafeína, con codeína), ibuprofeno (¿se escribe así?) y aspirina, me fui a Esjípol, y de allí a Milán, y de allí a Génova. A continuación vienen los restos de lo que en mi pedeá fui perpetrando durante el viaje, y después de corregir las faltas de horticultura:

viernes 30 de abril. Aeropuerto de Esjipol

Como de costumbre, la perspectiva es pasar por estos pasillos un rato largo. De momento, la cola (en el sentido de fila) para el chequín es larga de cojones, en el sentido de testículos. Delante de mi, dos holandesas con caras tan desangeladas como el noventa por ciento de las indígenas de aqui. Anna deberia andar por aquí: Paolina me dijo que íbamos en el mismo vuelo. Bueno, no la veo... Esa chica de blanco no puede ser holandesa: ni sus curvas, ni su expresion facial ni su lenguaje corporal son del norte. Es mediterránea, seguro; probablemente italiana, ya que vamos a Milán. Y mi italiano, en el limbo (apenas me atrevo a pedir una birra).

Por fin han abierto una nueva zona comercial en Esjípol, que hasta ahora estaba en obras. Compro algo para oler bien (mejor) y algo para que me haga compañía en el viaje (Cheryl Bentyne, vieja amiga desde Vitoria en 1991, y Laura Fygi, descubrimiento de ahora mismo: ya contaré en otro momento).

Como de costumbre, paseo largo hasta la puerta de embarque. Parece que para llegar a cualquiera de ellas tengas que recorrer todo el aeropuerto, aireportua en vasco, luchthaven en jrop. Anna tampoco esta aquí, asi que me voy a tomar un café.

Avión

Anna ha llegado por fin, y está justo a mi vera (pura casualidad), pero está trabajando, asi que yo trabajo un poco también (no todo va a ser preparar el post del domingo) y avanzo en el libro de Blix (del que hablaré en mi otro blog, mundo mundial, que no quiero mezclar churras con merinas).

El disco de Laura Fygi es todo un descubrimiento. De los dos que había en la tienda he cogido el que tenía mayor número de canciones conocidas, por tener mejor base para juzgar, y la verdad es que está bien. Parece mentira que este país, donde las mujeres suelen tener unos tonos de voz francamente, dé cantantes de jazz (te recuerdo a la Trini, de la que hablé el otro día).

Ahora, a ver como llegamos a Génova. En todo caso, tener a una nativa al lado no puede mas que ayudar (aunque ella sea veronesa).

Viernes noche, hotel

Esto sigue siendo el mundo al revés: sales de una Holanda soleada para llegar a una Italia lluviosa. Llegas al tren en Milán con un minuto de retraso y ya se está yendo (consecuencia: una hora de espera). Para acabar de arreglarlo, los 800 metros que llevaban de la estación al hotel eran 3000 y cuesta arriba. Menos mal que el hotel es decente (por el precio que nos han conseguido, no era para pedir mucho más).

He dado un paseo por la ciudad, y me ha gustado. Muchas piedras viejas, pero seguro que tiran pronto todas esas casas del siglo tal y hacen unos rascacielos de esos buenos, buenos de verdad, que eso sí que crea riqueza. En serio: la ciudad tiene unos rincones impresionantes, y un paseo por la parte vieja es un placer para los sentidos (bueno, en algunos rincones no es un placer precisamente para el olfato). He visto la casa de los Doria, mercenarios genoveses que estuvieron muy relacionados (en contra y a favor, sucesivamente) con España durante el siglo dieciséis. La parte nueva puede compararse con la Ciudad de Caín. Sin ir más lejos, junto al Palacio Ducal hay una fuente que parece talmente la de la Plaza de Paraíso (Basilio). También debe de estar por ahí la casa donde dicen que nació Colón, si es que de verdad nació aquí. Mañana habrá tiempo para visitar (un rato) el pueblo éste.

Sábado - mediodía - hotel

Bueno, hemos visto un poco más de Génova. Paseíto por la parte vieja (de día, pero todo cerrado, no recordaba que es primero de mayo, festividad de San José Obrero) y visita a una exposición (si no hubiera sido por Cécile ni me habría enterado) en el palacio ducal. Por cierto, el mundo al revés, segunda parte: vengo desde las holandas a Italia y me meto en una exposición donde el plato fuerte es Rubens. Manda carallo. Pero es que parece que al bueno de Pedro Pablo le querían mucho por aquí, y se pasó largas temporadas pintando retratos de unos y de otras, y también de los palacios de la ciudad. Si no hay nada como pintar monigotes...

No sé si por culpa de la exposición o del rastro que había en el vestíbulo, pero el caso es que he perdido a las chicas, y me he tenido que ir a pasear solo, callejeando y buscando un sitio donde sentarme a comer y a leer el periódico. Al final, tras muchas vueltas y algunas fotos, he acabado en el puerto, comiendo pescadito (mmm... y ni arenque ni anguila ni salmón!). Y ahora, a afeitarme, ducharme y a la boda! (bueno, antes quizá me vista). Parte meteorológico, que a alguna gente le importa mucho: por la mañana llovía, pero ahora luce el sol.

Sábado a la noche - vuelta al hotel

Más que cansado, es que sólo tengo cuatro horas para dormir. Mañana si acaso ya eso...

Domingo - en el tren

Pues hemos llegado al tren. Bueno, lo realmente sorprendente es que me haya levantado. No por los excesos (parece que aquí las bodas no son la fiesta-qué-fantástica-fantásticastafiesta que son en Spanje), sino por las pocas horas que he dormido. Ni siquiera me atreví a dormir en el coche a la vuelta. Me explico.

La boda, bien. Versión bilíngüe italiano-holandés, así que todo controlado (plc). Luego, y ésta es una particularidad curiosa, los novios no mandan a Sodoma al resto para irse a hacer fotos horteras a algún jardín, sino que se van al sitio de la cena. Bueno, igual era sólo en este caso, porque el lugar era IM-PRE-SIO-NANTE-NANTE. Una villa a unos 40 quilómetros de Génova, con unos jardines impresionantes (si nada cuidados) y vista al mar. Por lo demás, la rutina habitual (cóctel, cena, tarta, café, baile y copas), con la particularidad de que tanto la recepción como la cena fueron a base de productos típicos de la región, es decir sin fuagrás Lapiara ni patatas Lais.

La música estuvo bien a partir de cierto momento, o quizá sea que yo me calenté, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Pero lo grandioso fue cuando me salí un rato a descansar al jardín. Estaba yo allí tan tranquilo con una copa y mirando al cielo, cuando un señor (que luego resultó ser tío de la novia) tocado con boina apareció con un acordeón en las manos, se fue a un rincón de la hacienda y reclamó la atención de la novia, que se puso a bailar danzas sardas (de Cerdeña, para quien tenga dudas) con su padre, su hermano y algunos otros que no pude identificar (la verdad es que tampoco hice por conocer a toda la peña, me bastó con quienes había en mi mesa). La escena era tan típica italiana que cuando acabaron estuve a punto de acercarme al padre y darle un sobre con dinero, como en Elpadrino.

El caso es que ahi acabó más o menos la fiesta, y tuvimos que empezar a buscar quien nos bajara o bajase de vuelta a Génova, resultando que el padre de la novia estaba dispuesto, aunque tendríamos que compartir coche con el artista del acordeón y su hijo. No problem.

Lo largo del viaje sólo fue completado por la vuelta que había que dar para llegar al hotel donde se alojaba el tío, que parecía estar (thank god!) muuuuucho más lejos del centro que el nuestro. Y, además, la conducción fue... cómo decirlo, deportiva, lo que unido al estado general de fatiga y cargamento (aunque este último, lamentablemente, leve) no ayudó a la quietud de nuestros espíritus.

El caso es que estamos llegando a Milán, y si no pasa nada de particular aquí despido la crónica de este hermoso viaje, hasta la próxima vez que tenga un rato para escribir.

2 comentarios

cocoliso -

He eliminado un comentario porque (1) no tenía ninguna relación con el tema del post, y (2) por estar todo escrito en mayúsculas.

josepomez -

Hoy se nos casa
a todos un sobrino;
mí Comandante.

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