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conocimiento inútil

tres cosas hay en la vida...

tres cosas hay en la vida...

que debemos a los belgas. No a Bélgica, que aún está por demostrar que exista. Y las tres tienen nombre propio: Leonidas, Tintin (Kuifje, léase káufye, para los que hablan jrop) y Jacques. Y estos días ha hecho 30 años de que el último perdió la batalla con el cáncer de pulmón, lo que ha hecho que televisiones del mundo francófono todo emitan especiales, y que los arradios de todo él pongan unos cuantos miles de veces más el Nemequitepá. Como si la, por otra parte, obra maestra no hubiera sido ya más quemada que Juana de Arco por todas las emisoras del mundo, y como si el bueno de Brel (insuperable, según parece, como compositor, cantante, intérprete y amigo, pero no tanto como esposo y padre de familia, deducción de las muchas fuentes que dan testimonio que no incluye juicio moral alguno) no hubiera hecho tantas otras bellísimas canciones.

Cocoliso, presente y cuartelero, va a fardar de algo, sin que sirva de precedente, y es de su calificación "Très Bien" en un test de conocimientos sobre Grand Jacques que hizo una vez en la Fondation Internationale Jacques Brel, que Bruselas tiene más que repelentes niños que hacen pis y mejillones con patatas fritas. De hecho, hay una tienda de tes (la planta, no la letra) muy cerca que es de visita casi obligada. Y en su día se hizo un roto (relativamente pequeño, todo sea dicho) al llevarse de una Fnac la integral ma non troppo.

Otro apunte: qué pena lo que la familia legal de Jacques Brel, es decir su viuda en derecho y sus hijas, hicieron con Maddly Bamy, su compañera de los últimos siete años, a quienes condenaron al ostracismo y han venido tratando, más o menos (bastante más y nada menos), de p***n verbenero, y de polvete fugaz, hasta el punto de enzarzarse sobre la lápida del cantor. Gugléen, gugléen.

Y con esto y un homenaje a Jacques Brel y a Charles y Ray Eames me despido. Que ya van siendo horas.

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